domingo, enero 20, 2008

LA VICTIMA

Al principio te gustaba. O querías creer que te gustaba. Te sentías especial. Él te hacía sentir especial. Luego dejó de gustarte, cuando te diste cuenta de que aquello no podía ser normal. No se lo contaste a tu madre porque tu madre no te hacía mucho caso si no era para regañarte. No se lo contaste a tu padre porque le tenías miedo. No se lo contaste a tus amigos porque habías entendido que lo que te estaba pasando era algo muy terrible y pensabas que tus amigos podrían contarlo a su vez, y que todo el barrio, todo el colegio, acabaría pro saberlo...

Muchos años después, por fin, se lo dijiste a tu novio, entre lágrimas, y al principio pareció que él te entendía. Pero luego te arrepentiste. En cada discusión, en cada bronca, salía a relucir lo mismo. Tú estabas mal de la cabeza, tú necesitabas ir a un psiquiatra, tú tenías un trauma muy gordo y por eso vuestra relación iba tan mal, y él, tu novio, no tenía la culpa de nada. Así que te sentías doblemente víctima. Víctima por lo que sucedió en el pasado. Y víctima porque parecía que los demás te condenaban a ser una persona rara, inadaptada, emocionalmente inestable. Era como si te hubieran marcado en la frente la palabra "víctima" con tinta indeleble. La res sacrificial, el chivo expiatorio para que los demás no asumieran sus responsabilidades. Porque tú estabas tan mal de la cabeza, pobre. Pero tú no querías despertar compasión, no querías sentirte diferente, querías justicia, no lástima.

Nunca has vuelto a contar nada, no has hablado de eso. No quieres explicarle a nadie por qué a veces te muestras tan intratable, por qué rehuyes el contacto físico, por qué no quieres ir a pasar las Navidades a la que fue tu casa, por qué casi no te hablas con tu padre, por qué jamás regresas al que fue tu barrio, que por cierto, es un barrio pijo y residencial, aunque la gente siempre crea que problemas como el tuyo son cosas de barriada y marginación, no de padres trajeados y madres vestidas de marca y católicas a machamartillo.

Durante mucho tiempo te sentiste un bicho raro, creías que sólo te había pasado a ti, y esa idea te taladraba la cabeza: ¿por qué yo?. Lo peor fue cuando te enteraste de que él, la pesadilla de tu infancia, se había muerto. Una parte de ti se alegró mucho, mucho. Y sentías asco y vergüenza por alegrarte ante la desgracia, pero otra, y esto es lo raro, esto es lo que no aciertas a explicarte, lo sintió mucho, y pensó que con él se había ido una parte de ti, quizá la más esencial, la más auténtica, la persona que podrías haber llegado a ser y que crees que ya nunca serás, pues no volviste a ser la misma persona después de que pasara lo que pasó, antes de que no volviera a haber un solo día en el que la rabia, la vergüenza, la ira, la frustración definieran cada uno de tus actos, como esa base rítmica que da forma a la canción aunque aparentemente lo importante sea la melodía, como el color de fondo del escenario, que chillón o pagado, puede cambiar el tono de la obra de teatro y ser definitivo para su comprensión.

Es importante, si lees esto, que sepas que él no te ha marcado de por vida ni tiene por qué impedirte ser feliz en el futuro. Que entiendas que no eres un bicho raro, que recuerdes que existen personas que te escucharán, que lo entenderán y que te ayudarán. En tus manos está dejar de ser una víctima.


Lucía Etxebarría "El Magazine" Domingo 20 de Enero de 2008

7 comentarios:

Yo dijo...

Bonito texto :)

Tania dijo...

Lucía Etxebarría es de lo peor que he leido en mi vida, aunque este texto no está tan mal.
Saludos.

Meli dijo...

Yo odio apasionadamente a Lucía Etxebarría, ya ves, siempre me hace sentir cosas malas o buenas y por eso la leo todos los domingos en el Magazine.

Anónimo dijo...

Es un texto precioso, y me imagino que muy significativo para muchas personas. Pero en algo tiene razon: no tenemos que dejar que lo malo nos marque de por vida.

Un abrazo!

Miriam

Mer dijo...

Lo malo es cuando las víctimas se sienten verdugos.

A mí tampoco me gusta Lucía Etxebarría, aunque también la leo todos los domingos.

Besitos reconfortantes, Meli.

Anónimo dijo...

A mí me resulta un tanto demagógico. Resulta que no es una víctima (cosa que me parece bien), pero sin embargo todos sus actos están "definidos" por "la rabia, la vergüenza, la iram y la frustración". En qué quedamos? Yo tuve una vez el papel de novio confidente y ya me hubiera gustado a mí que todo fuera tan simple como lo pinta Lucía.

En fin, que me parece una frivolidad para quedar bien lo del artículo este.

Pero yo escribía aquí para decirle hola a la dueña, meli, y comunicarle mi hrata sorpresa, quizá un tanto bobalicona, viendo que alguien no mucho más mayor que yo también se acuerda de las canciones que ponían las madres en el coche.
Beso.

Meli dijo...

A mí también me parece muy demagógico, pero es que Lucía Etxebarría a la que odio apasionadamente, es demagógica en todo lo que escribe. Si estoy de acuerdo en algunas cosas del artículo, y me alegro de que cada vez se hable más de este tema.

Por cierto ¿te conozco?, me alegra de que te gusten las canciones de cuándo eramos peques. Besos.